DINO VALLS. LA MIRADA PERTURBADORA.

La primera entrada en este espacio dedicada a la pintura, tenía que estar dedicada al que considero el mejor pintor de la actualidad: Dino Valls. Esta es la inquietante imagen que nos abre su página web.

Y esta otra es la que nos introduce en su mundo particular repleto de imágenes enigmáticas y perturbadoras.

Después de recorrer por completo su web, que por cierto no tiene desperdicio, hecho mano del que, hasta ahora es su libro de referencia, “Ex Picturis”, que reúne en sus páginas diez años de trabajo de Dino Valls, dos ensayos a cargo de Edward Lucie-Smith y de la Dra. Catherine Coleman y unas notas biográficas.

Han pasado ya seis años desde que en el año 2001 vi la Exposición Retrospectiva de Dino Valls 1990-2000, en el Palacio de Sástago de Zaragoza y cuando lo recuerdo todavía siento esa desazón y ese desasosiego que me embargaron las tres veces que fui a visitar la muestra. Siento una profunda admiración por este genial artista a partir de entonces.

Para el programa de mano de dicha exposición el escritor, crítico y periodista Antón Castro escribió lo siguiente:

“Arte, dolor y anatomía. No sabemos si fue primero el cuerpo, la belleza escultural de la carne, o la Medicina. No sabemos si fue primero el artista o el médico, pero en Dino Valls (Zaragoza, 1959) la pasión por el color y las líneas y el gusto por la anatomía se confunden en el lienzo, como la emoción y las metáforas se entreveran en el poema. Atraído por la alquimia, la mirada esotérica y el enigma, sus primeros cuadros respiran fábula, aroma medieval, ecos góticos y renacentistas, y una complejidad barroca que aúna el teatro del mundo, la muerte, el rostro –casi siempre femenino– estrangulado por el tormento y el estudio de los paisajes. Lentamente, a medida que rescataba un modo olvidado de pintar y lo proyectaba hacia el porvenir, su evolución abrazó el simbolismo y el prerrafaelismo y, sobre todo, el surrealismo, corriente en la que se inspiró en algún periodo al principio, cuando decidía la suerte de su vocación. La obra de René Magritte y Paul Delvaux le indicó una senda de vanguardia y de nueva figuración, donde se halla ahora, sin renunciar a la vasta experiencia de pintor clásico: laborioso, perfeccionista, creador de atmósferas, dueño de sus veladuras, voluntariamente atemporal y a la vez moderno. Y con nueva figuración queremos decir pintura inquietante y hermosa, rebosante de conceptualidad y de desasosiego. Demuestra su dominio del dibujo, la artesanía trascendida en el arte del óleo, el oficio de mirar. Dino Valls viaja, desde la claridad y la conciencia, hacia la oscuridad que nos habilita y nos conforma íntimamente. Desvela estados psíquicos, angustias, visiones dobles que irrumpen desde el fondo del espejo, y nos avisa de que bajo los ropajes de la belleza, tras la piel del deseo, se oculta la fragilidad y la turbiedad, mujeres de mirada herida, criaturas que combaten la insoportable melancolía del sueño. He aquí un pintor extraordinario e inadvertido, riguroso con los materiales y consigo mismo, que trasciende la realidad y nos sitúa en el borde del abismo, en el umbral mismo del dolor y del escalofrío.”

Este texto de Antón Castro explica en breves líneas y a la perfección lo que Dino Valls transmite en sus pinturas. Recomiendo desde aquí su blog y la entrevista que realizó a Dino Valls hace un par de años. Por cierto, el título de esta entrada es suyo.