Esta entrada es de poco después de adquirir el libro editado por Sinsentido, del 5 de julio de 2006. Apareció en el antiguo blog, añado dos imagenes.
A mi no siempre me ha gustado Alberto Breccia. Es uno de esos autores que vas admirando y valorando a medida que creces, no es un autor fácil, un primer visionado a su obra te hecha un poco para atrás. Esto mismo también me pasó con Hugo Pratt y Sergio Toppi. El primer trabajo que me llamo la atención fue “La gallina degollada” aparecida en el almanaque de Creepy de 1984. Me recordó las xilografías mejicanas, a Oswaldo Guayasamín y a Diego Ribera. La siguiente obra que me impactó fue la aparecida en el álbum de Ikusager, Los derechos humanos, “Dibujar o no”, donde las influencias se encaminaban hacia el pintor y teórico ruso, Wassily Kandinsky. Luego fui haciéndome con más trabajos, “Vito Nervio”, con un estilo entre Milton Caniff y Hugo Pratt, las páginas experimentales sobre cuentos clásicos en Comix Internacional, el expresionismo sucio de “Un tal Daneri” en Tótem. Pero sobre todo, me quedo con su trabajo para mí más personal, “Mort Cinder” junto con el guionista Héctor G. Oesterheld, en el que aparece una historieta sobre la batalla de las Termópilas que le da mil vueltas a “300” de Frank Miller. Después seguirían “Los mitos de Cthulhu”, “Perramus”, “El buscavidas”, “La isla del guano”, “Informe sobre ciegos”, “El Dorado, el delirio de Lope de Aguirre”. Habría que comentarlas una a una, pero eso con el tiempo.
Hoy voy a hablar sobre ¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah!.
Conocí esta serie en la revista de Toutain Editor, Comix Internacional, se empezó a publicar en el número 45, salieron 5 capítulos dejándose en el tintero el más fuerte y comprometido, “Fui leyenda”, que trata sobre los regímenes dictatoriales, las torturas y los vicios, con una referencia muy clara a la novela de Matheson, “Soy leyenda”. A favor de esta edición: la primera historieta “La última noche de carnaval” es la única edición que conozco que no está censurada, en ella aparece un tipo disfrazado de Superman con su logotipo en el pecho.
A mi no siempre me ha gustado Alberto Breccia. Es uno de esos autores que vas admirando y valorando a medida que creces, no es un autor fácil, un primer visionado a su obra te hecha un poco para atrás. Esto mismo también me pasó con Hugo Pratt y Sergio Toppi. El primer trabajo que me llamo la atención fue “La gallina degollada” aparecida en el almanaque de Creepy de 1984. Me recordó las xilografías mejicanas, a Oswaldo Guayasamín y a Diego Ribera. La siguiente obra que me impactó fue la aparecida en el álbum de Ikusager, Los derechos humanos, “Dibujar o no”, donde las influencias se encaminaban hacia el pintor y teórico ruso, Wassily Kandinsky. Luego fui haciéndome con más trabajos, “Vito Nervio”, con un estilo entre Milton Caniff y Hugo Pratt, las páginas experimentales sobre cuentos clásicos en Comix Internacional, el expresionismo sucio de “Un tal Daneri” en Tótem. Pero sobre todo, me quedo con su trabajo para mí más personal, “Mort Cinder” junto con el guionista Héctor G. Oesterheld, en el que aparece una historieta sobre la batalla de las Termópilas que le da mil vueltas a “300” de Frank Miller. Después seguirían “Los mitos de Cthulhu”, “Perramus”, “El buscavidas”, “La isla del guano”, “Informe sobre ciegos”, “El Dorado, el delirio de Lope de Aguirre”. Habría que comentarlas una a una, pero eso con el tiempo.
Hoy voy a hablar sobre ¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah!.
Conocí esta serie en la revista de Toutain Editor, Comix Internacional, se empezó a publicar en el número 45, salieron 5 capítulos dejándose en el tintero el más fuerte y comprometido, “Fui leyenda”, que trata sobre los regímenes dictatoriales, las torturas y los vicios, con una referencia muy clara a la novela de Matheson, “Soy leyenda”. A favor de esta edición: la primera historieta “La última noche de carnaval” es la única edición que conozco que no está censurada, en ella aparece un tipo disfrazado de Superman con su logotipo en el pecho.
En contra: los títulos de cada capítulo, que entorpecen y molestan, encima de los dibujos de Breccia, muy dados a ello en esta editorial, y el bajo contraste de color que hace que la fuerza de las pinturas disminuya, sobre todo en la historieta “¿Poe? ¡Puaf!
Pasado un tiempo compré la recopilación en álbum de Humanoïdes Associés, una edición en francés bastante buena, con prólogo de Carlos Sampayo, aparecen todas las historietas, está bien impreso, pero sin Superman.
De todos modos, no tiene nada que ver con la edición casi definitiva de Sinsentido, y digo casi, porque no, tampoco aparece Superman, solo sale un hombre con pijama azul, hubiera sido demasiado, lastima. La edición de Sinsentido es de más calidad que la francesa, mejor papel, mejor impresión y con un interesante extra, los bocetos previos a la obra. Un artículo de Daniele Brolli cierra el libro explicando la situación en la Argentina durante los años de la producción de este Drácula.
Una metáfora expresionista, muy colorista y bufa, para ridiculizar y criticar el mal, el mal con mayúsculas, el régimen dictatorial argentino que sobrevolaba el país, todavía muy recientes las desapariciones de miles de personas, entre ellas el querido Oesterheld, y todo ello sin escribir una palabra.
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