Entrada antigua. 17 de julio de 2006.
Adolfo Buylla es conocido como el dibujante de Diego Valor, la versión hispana del célebre Dan Dare inglés.
En los primeros años setenta la revista Trinca publicó la serie de ciencia ficción “Yago Veloz, explorador galáctico”, el personaje, parodia del anteriormente citado Diego Valor, es bastante tontorrón y torpe y con él, Buylla, se burla de los patrones clásicos y demuestra su preferencia por este tipo de género de antihéroes cómico-humorísticos pero con dibujo realista que también desarrolló con “El Superdotado” en Gaceta Junior y más recientemente en la revista Tapón con “Gundemaro”.
En el número 28 de la revista Trinca, Extra de Navidad, fechada en diciembre de 1971, aparecieron estas dos simpáticas planchas de Yago Veloz en las que, en un territorio hostil y mediante una espada casualmente encontrada, se enfrenta a un gran reptil como si de Haxtur se tratara, hasta que aparece este, el verdadero, recupera su perdida espada y le desecha de sus páginas, echándole en cara la sinvergonzonería de su dibujante. Una historieta excelente con un cómico guiño de complicidad entre compañeros de publicación.
En este enlace podéis obtener más datos sobre Adolfo Álvarez-Buylla.
Adolfo Buylla es conocido como el dibujante de Diego Valor, la versión hispana del célebre Dan Dare inglés.
En los primeros años setenta la revista Trinca publicó la serie de ciencia ficción “Yago Veloz, explorador galáctico”, el personaje, parodia del anteriormente citado Diego Valor, es bastante tontorrón y torpe y con él, Buylla, se burla de los patrones clásicos y demuestra su preferencia por este tipo de género de antihéroes cómico-humorísticos pero con dibujo realista que también desarrolló con “El Superdotado” en Gaceta Junior y más recientemente en la revista Tapón con “Gundemaro”.
En el número 28 de la revista Trinca, Extra de Navidad, fechada en diciembre de 1971, aparecieron estas dos simpáticas planchas de Yago Veloz en las que, en un territorio hostil y mediante una espada casualmente encontrada, se enfrenta a un gran reptil como si de Haxtur se tratara, hasta que aparece este, el verdadero, recupera su perdida espada y le desecha de sus páginas, echándole en cara la sinvergonzonería de su dibujante. Una historieta excelente con un cómico guiño de complicidad entre compañeros de publicación.
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